¿Por qué es difícil brindar
nuestro consuelo al sufrido?
¿Por qué nos cuesta ayudar
a levantarse al caído?
¿Por qué, a veces, nos negamos
¿Por qué no nos alegramos
del bienestar del hermano?
¿Por qué , con saña, apostamos
al fracaso del humano?
¿Por qué, demonios, dudamos
¿Por qué nos cuesta brindar
esperanza al desvalido?
¿Por qué somos impasibles
ante un niño desnutrido?
¿Por qué en vez de maldecir,
por la patria no rezamos?
la copa con hiel libamos?
¿Al salir de comulgar,
¿Al que nos ose adversar,
¿Por qué aplaudir la desgracia
del más humilde izquierdista?
¿Por qué nos regocijamos
cuando muere un socialista?
ser sinceros, no egoístas?
¿Será acaso que, en el fondo,
somos todos terroristas?
y a Dios juramos cambiar?
¿Y por qué nos empeñamos
en ir al infierno a dar?
¿Será que este fanatismo
nos está impidiendo amar?
¿Qué el odio y el sectarismo
impiden refleccionar?
¿Por qué correr al abismo?
¡La estulticia hay que evitar!
¿El necio anticomunismo
no nos deja razonar?
¡Recobremos la sindéresis!
¡Ya basta de masoquismo!
¿Es que acaso no lo ven?
¡Fracasó el capitalismo!
¿Por qué sentirse enemigo?
¡Dejen ya el caradurismo!
Vengan a gritar conmigo:
¡Bienvenido el socialismo!
Jesús Núñez León.
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