Con el fin de terminar las injusticias
que, a diario, exasperaban su paciencia;
en un sitio discreto, en la provincia,
dio comienzo, el Señor, a esta experiencia.
“Todo animal que habite este lugar
y al perico, como juez voy a nombrar,
¡que se acate su justicia como un hecho!”.
Desde entonces, la paz se enseñoreó
en aquellas vastísimas regiones;
y, el perico su fama acrecentó,
como juez de imparciales decisiones.
Pero Dios, para probarlo, decidió
que, por un tiempo, allí lloviera sin cesar;
y la siembra en los campos se perdió;
y el hambre hizo presencia en el lugar.
Todo aquel que había sido previsivo,
tenía su sustento asegurado;
uno de ellos, por fortuna el campesino,
Pero el gorgojo, que no siembra y sí cosecha,
en dos días acabó con medio saco;
y el campesino elevó formal protesta,
ante el juez, acusando a aquel bellaco.
El hambriento perico hizo presencia
y el cuerpo del delito examinó;
resguardó, de inmediato, la evidencia;
y, en el acto, su dictamen emitió.
como respaldar la ley es su destino
y eso implica comer muy bien y rico,
ordeno a mi brigada de pericos,
que se coman el maíz del campesino;
y, que un saco de granos escogidos,
sea dado al señor juez. He decidido”.
Pareciera que, en este continente,
actuará, siempre, el poder injustamente;
y, el humilde, será siempre el perdedor.
Jesús Núñez León.
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