A LA ESPAÑA IMPERIALISTA
¡Cuánto daño has hecho, España, a mi país!
Lo desgarraste con tus ansias coloniales
y le hincaste tus fauces imperiales;
¡cuánto has querido doblar nuestra cerviz!
Tu ambición por nuestro suelo se desborda,
enriqueciendo a tu metrópoli egoísta
y alimentando tus afanes de conquista.
¡Cuánto oro llevas, nuestro, en tus alforjas!
Inmenso el daño infligido a tus provincias:
indeseables de la más baja calaña
fue el regalo de los reyes de la España
católica, disoluta, imperialista.
Protegida por tus lanzas y arcabuces,
genocida, nuestra raza, vil, diezmaste;
y en cristianismo hipócrita incrustaste
en cada pecho indígena tus cruces.
Y aunque la sabia patria aún te enriquece,
nuestra gesta libertaria no perdonas
y tus dardos venenosos no abandonas.
¡Ese indigno proceder más te envilece!
¡Cuánto daño has hecho, España, a mi país!
Y sigues con tu intriga y tus agravios,
con tus hordas de derecha y sus resabios,
en el pacto criminal que hoy asumís.
Pero, escucha el juramento lapidario
que el gran pueblo de Bolívar hace aquí:
¡sepa el mundo, el imperio y sus lacayos,
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