Es para ti, maestro, caro amigo;
adalid de incontables experiencias;
universo de bondad, seguro abrigo;
y eximio alquimista de conciencias.
Es para ti, viejo maestro jubilado,
soberbio paladín de nuestra infancia;
que ya de tanto arar estás cansado,
en el estéril mar de la ignorancia.
CORO:
Contigo quiero hablar, añoso roble;
y, lo de añoso, no lo tomes como ofensa;
tu vida diste a una causa, la más noble,
enseñar sin esperar más recompensa.
Para ti, sabio y anciano preceptor;
que galardones nunca vieron tus desvelos,
justicia pido y espero que el Señor
te tenga una medalla allá en el cielo.
Y a ti, nuevo maestro que transitas,
por los esquivos senderos del saber;
jamás olvides, que Dios no lo permita,
que el maestro norte y guía debe ser.
Continua, en tu labor, siendo muy diestro;
y procura, a cada instante, ser ductor;
para decir, con hondo orgullo, soy maestro;
de los títulos que existen, el mejor.
CORO
Venerad al maestro y dadle aliento,
que, sin él, no es posible educación;
y, es un pueblo ignorante, el instrumento,
dijo Bolívar, de su propia destrucción.
Maestro no es sólo el que el título ha obtenido,
todos en la vida aprendemos a hacer algo;
y el que enseña, generoso, lo aprendido
¡ese es también maestro y yo lo aplaudo!
Y a los que denigran de esta profesión,
la más digna que jamás habíase visto,
les diré que es ser maestro abnegación
¡y que maestro también fue Jesucristo!
Maestro no es sólo el que el título ha obtenido,
todos en la vida aprendemos a hacer algo;
y el que enseña, generoso, lo aprendido
¡ese es también maestro y yo lo aplaudo!
la más digna que jamás habíase visto,
les diré que es ser maestro abnegación
¡y que maestro también fue Jesucristo!
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