De Los Andes, erguido gladiador,
coronado por nubes blanquecinas;
centinela escondido en la neblina,
entre nieves de blanquísimo fulgor.
Entre rayos de luz anaranjada,
semejante a un tapiz multicolor,
arrancado de algún cuento de hadas.
La ciudad, a tus pies, con su hermosura,
realza, por contraste, tu figura
gallarda, imponente y majestuosa.
Y otros picos, que no llegan a tu altura,
admirados están de la ternura
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