A TRUJILLO

A TRUJILLO

Trujillo, de hermosura eres la mina; 
preciosa tu homónima capital,
pero tiene una acérrima rival,
Valera la de las siete colinas.

Desde tiempos abismales hasta hoy,
ningún paisaje ha logrado superar
la exuberancia, la verdura sin par,
ni el esplendor de tu Valle de Monboy.

Tenaz patriota, aguerrido y entusiasta;
a pesar de los reveses de La Puerta,
que en tres veces nos fue mal en la reyerta,
Niquitao sacó la cara por tu casta.

Protagonista fuiste y no por suerte:
el encuentro de Bolívar y Morillo,
los tratados firmados en Trujillo
y aquel decreto de la guerra a muerte.

Tu capital era la ciudad portátil,
¡su sede siete veces la mudaste!;
y justo allí en Los Andes encontraste
lo que ansiaba tu espíritu versátil.

José Gregorio Hernández Cisneros
es tu Santo de los Pobres, de Isnotú;
trujillano que vino a brindar luz
y esperanzas a todo un pueblo entero.

Y le hiciste un santuario al venerable,
comparable al monumento de la paz;
son los sitios que visitan, por demás,
los turistas recibiendo un trato amable.

Tu sabroso mojito es tradición,
nos das plátano, arvejas, café, trigo;
del champiñón eres rey de su cultivo
y evitas del frontino su extinción.

Albergue diste a Sucre y a Bolívar,
con el encanto proverbial andino;
tienes la gracia y la chispa del latino
y, además, el corazón lleno de almíbar.

Adiós, Trujillo, por Dios fuiste bendito,
con tu bucare anáuco y tu cayena;
orgulloso prosigue tu faena,
¡canta y baila en honor a San Benito!

                      Jesús Núñez León