A MARACAY
Son muchas las virtudes que te adornan,
constancia, intrepidez e integridad;
pureza y amistad, ambas te sobran,
icono eres de justicia y lealtad.
Devienes de Maracay, indio que allá
en sus tiempos derrotó a los españoles;
o provienes del caribe "Maracayá",
felino que campea en tus regiones.
Cualesquiera que sea tu toponimia,
innegable es tu estirpe de guerrero;
seas cacique o cunagüaro, fue la alquimia
que Dios puso en tu ser que te hizo fiero.
Perseveraste hasta ser la gran ciudad,
que orgullosa se muestra de su gloria;
fuiste, incluso, de Caracas su rival
¡y hasta asiento del poder, cuenta la historia!
El edén de tu valle y de tus playas,
dejan en verdad la mente absorta;
el complemento son tus ríos y montañas
¡y el Henri Pittier, la guinda de la torta!
Tu zoológico, tus parques, tus museos
han dejado tras de sí una hermosa estela;
y tu flora inigualable, gran trofeo,
de la ciudad jardín de Venezuela.
En los Diablos tienes tu danza cimera
y el Samán de Güere te ennoblece;
la Casa de la Moneda una cantera
y la Madre María te enaltece.
El Teatro de la Ópera inaudito
y en honor a San José es tu bella feria,
industrias, maestranza, suelos ricos
¡y también reside en ti la Fuerza Aérea!
En los deportes también has insurgido,
¡casi ningún renglón te ha sido esquivo!;
y figuras descollantes han surgido,
que titilan en tu cielo deportivo.
Rebosante por ti de admiración,
Maracay, de tu lar yo me despido;
que sigas siendo, te deseo de corazón,
¡la emblemática ciudad que siempre has sido!
Jesús Núñez León.
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