LOS ROJIZOS
Camarada, que me fuera hoy presentado,
que gozaba por demás de mis afectos;
y me extrañó el desdén en su mirada
y supe de la arrogancia de sus gestos.
En teoría, siempre digno de alabar,
su discurso me causaba un hondo impacto;
lo leía y no paraba de admirar
la nobleza de su alma, ¡yo qué incauto!
Me percaté de su extrema frialdad,
hondo el dolor que sentí en el corazón;
me insultaron sus poses de deidad,
de humanos es errar, ¡qué decepción!
Un camarada es sincero, es un hermano,
que no rehúye el afecto para nada;
no es de insípido apretar de manos,
ni es hostil, ni huidiza su mirada.
Un camarada es como el Che se describía,
el corazón sediento de justicia;
y la sangre rojita que le ardía,
cada vez que presenciaba una injusticia.
Camaradas del más tibio proceder,
solidarios no se muestran con ninguno;
solo aspiran a una cuota de poder,
pateando y pisoteando a más de uno.
Camaradas que de humanos son despojos,
de la empatía han hecho caso omiso;
camaradas que no llegan a ser rojos,
¡camaradas que solo son rojizos!
Jesús Núñez León.
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